La mamoplastia de aumento, o aumento de pecho, es una de las cirugías más demandadas a nivel mundial. Se puede realizar utilizando prótesis de aumento o bien con la técnica del lipofilling, y también combinando ambas técnicas, y consiste, básicamente, en aportarle al pecho mayor volumen y proyección. Existen diferentes tipos de prótesis, muy seguras y reguladas por todos los organismos competentes, y dependiendo de la fisonomía de cada paciente y sus necesidades, el cirujano colocará una u otra. Muchas clínicas ofrecen distintos tipos de simuladores, virtuales o no, para que la paciente pueda, antes de la intervención, saber cómo será el resultado.

Por su parte, el aumento de pecho con grasa propia ofrece resultados muy naturales, y está indicado para aumentar, como mucho, una talla y media. Sin embargo, para poder realizarlo, es necesario que la paciente tenga una zona corporal que sirva como donante de grasa (por lo general, el abdomen). En este caso se extraerá la grasa por medio de una liposucción, y tras su tratamiento, se implantará en el pecho.

La intervención, dependiendo de la técnica, dura entre una y dos horas, y se realiza bajo anestesia general. Tras la reanimación se suele recomendar que la paciente permanezca ingresada entre 24 y 48 horas, y llevará un sujetador especial.

Para ver los resultados definitivos de la mamoplastia de aumento tendrán que pasar varias semanas. La inflamación que se produce tras la cirugía puede dar la impresión de un aspecto poco natural. Las cicatrices dependerán de la vía por la que se introduzca la prótesis, que puede ser la zona de la areola, el surco submamario o la axila. El cirujano juzgará cuál es la más apropiada en cada caso.

La cirugía de aumento de pecho se puede combinar con la elevación del mismo o mastopexia.