El injerto capilar, también llamado microinjerto capilar o trasplante capilar, es la intervención quirúrgica por medio de la cual se extraen al paciente unidades foliculares (es decir, grupos de uno a cuatro cabellos) de una zona donante. Por lo general, la nuca, que no suele presentar alopecia, y se vuelven a implantar en las zonas despobladas. El tratamiento es duradero y el resultado muy natural, aunque para ver sus efectos es necesario esperar varios meses. Para ver el resultado definitivo habrá que esperar un año, aunque empieza a notarse a partir del sexto mes, aproximadamente.

Aunque la alopecia, o la calvicie, es mucho más frecuente en los hombres que en las mujeres (supone el 90% de los casos), hay distintos factores que pueden dar lugar a la alopecia femenina: entre ellos, la herencia genética, el estrés prolongado, la toma de ciertos medicamentos o un fallo en el sistema inmunológico.

A día de hoy las técnicas más utilizadas para el injerto capilar, son la técnica FUE (Follicular Unit Extraction) y la técnica FUSS (Follicular Unit Strip Surgery). El cirujano juzgará cuál es la más adecuada para cada paciente. En ambos casos se trata de una intervención larga y laboriosa, pues los folículos se extraen y se implantan prácticamente uno a uno, pero no es dolorosa. Se realiza bajo anestesia local y el paciente no siente ninguna molestia.

Tras la intervención se recomienda realizar un reposo relativo durante los primeros días. Así como evitar el ejercicio físico durante las primeras dos semanas y seguir un protocolo especial a la hora de lavar el cabello, que el médico personalizará para cada paciente.

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